domingo, abril 05, 2009

LA SED

domingo, abril 05, 2009
Tu beso fue en mis labios
de un dulzor refrescante.
Sensación de agua viva y moras negras
me dio tu boca amante.

Cansada me acosté sobre los pastos
con tu brazo tendido, por apoyo.
Y me cayó tu beso entre los labios,
como un fruto maduro de la selva
o un lavado guijarro del arroyo.

Tengo sed otra vez, amado mío.
Dame tu beso fresco tal como una
piedrezuela del río.
No conocía a esta poetísa uruguaya, pero navegando por la red, he encontrado algunas poesías suyas, y me ha gustado... y yo ahora tambíén tengo sed

1 comentario:

Román dijo...

Hola Robin:
Celebro que te guste Juana de Ibarbourou, una poetisa de fina sensibilidad femenina que a buen seguro te habrá sorprendido si no la conocías aun.

La poesía femenina hispanoamericana ha tenido unas características de especial riqueza y sensibilidad ya desde el siglo XVII con Sor Juana Inés de la Cruz Te supongo conocedora de la poesía de Alfonsina Storni pero si no fuera asi, celebraría infinito haberte dado pie a conocer una poesía bellísima, entre las mejores, si no la mejor, del siglo XX. Quienes nos movemos en área de las ciencias hariamos bien en seguir, como tu haces, al destinar parte de tu tiempo a la literatura, la tradición de cultura humanista de los científicos de antaño. Ayer, navegando por internet, leí un artículo magnífico sobre el teorema de Fermat mientras andaba buscando las relaciones entre la función gamma de Euler y la teoría de supercuerdas y pese a la magnífica formación matemática de su autor, acompañada de ese pensamiento claro y preciso de los matemáticos, las faltas chirriantes de ortografía (Vallamos por vayamos, etc. )unidas a su motivación inicial de su discurso, nacida de lo observado EN UN COMIC modelo de zafiedad donde los haya, me llevaron a pensar el peligro que representa que la ciencia se separe de las humanidades, fenómeno este bastante reciente que no afectó a ninguno de los grandes matemáticos físicos, biólogos, etc. anteriores a 1950, o sea los grandes creadores de la ciencia tal como la conocemos hoy.
En los últimos congresos de bioestadística a los que he asistido me ha llenado de congoja ver a muchachos jóvenes de distintas nacionalidades con una extraordinaria preparación y capacidad científica que trufan sus artículos o páginas web con gracietas de publicaciones infantiles ayunas de todo vínculo con la gran cultura en la que debieran estar integrados. Solo los clásicos, la música digna de este nombre y la poesía pueden salvarnos de semejante páramo cultural y de sus posbiles y terribles consecuencias.